Cuerpo cárcel fue mi segundo nombre,
dolor difuso transformado en cansancio incesante,
el goce de suicidarse en el lenguaje,
entre los restos de un naufragio mental.
El Arquetipo del Sabio me lo explicó la otra noche
los límites tangibles disfrazan la realidad
y cuando el sueño eterno es la prueba final
caemos otra vez perdidos en los egos,
consumidos por los demonios internos.
El retorno fue más confuso que el viaje mismo,
pero hoy sé que si duele es porque estás vivo
que se puede saltar entre universos paralelos,
acaso ha ocurrido el milagro y me he aceptado viajero
acompañante de caminos con abismos inmensos
que no podría comprender de no conocer los míos.
Es necesario ahogarse en el mar infinito
para llegar al centro sin máscaras,
reírse de lo absurdo hasta desmayarse
para morir la vida y aprender a amarla.
Todo se ilumina desde adentro
ya no temo a la muerte ni a sus ilusiones corporales
y si por ello debí atravesar el infierno
BENDITA SEA LA SOMBRA.